Leopoldo María Panero (1948-2014)

Retrato de Luis Arencibia tomado de la Revista Ñácate

Leopoldo María Panero Blanc

El último poeta maldito

«El cigarrillo, dios de la vida, dios de los suicidas»

  AQUÍ ESTOY YO, LEOPOLDO MARÍA PANERO  
(Esquizofrénicas o la balada de la lámpara azul, 2004)
[Autorretrato, familia]

Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero
hijo de padre borracho
y hermano de un suicida
perseguido por los pájaros y los recuerdos
que me acechan cada mañana
escondidos entre los matorrales
gritando por que termine la memoria
y el recuerdo se vuelva azul, y gima
rezándole a la nada porque muera.

Recitado por el propio autor

  LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPI  
(Esquizofrénicas o la balada de la lámpara azul, 2004)
[Autorretrato, identidad, España]

«Fifteen men on the Dead Man's Chest.
Yahoo! And a bottle of rum!»
Canción pirata

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
—ginebra y cerveza, por ejemplo—
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de póker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en Dulce pájaro de juventud
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre Le livre des masques de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
«Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!»

Recitado por Tomás Galindo

  EL LOCO  
(Last river together, 1980)
[Autorretrato, identidad, familia]

He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y solo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.

Recitado por Don Garfialo

Recitado por Tomás Galindo

  PERDIDO (SI NO ES AHORA, ¿CUÁNDO MORIRÉ?)  
(Last river together, 1980)
[Identidad, muerte, confusión]

«Sta selva selvaggia ed aspra e forte».
(Dante, Infierno)

Si no es ahora, ¿cuándo moriré?
Si no es ahora que me he perdido en medio
del camino de mi vida, y voy
preguntando a los hombres quién soy, y
para qué mi nombre, si no es ahora
¿cuándo moriré?
Si no es ahora que aúllan los lobos a mi puerta
si no es ahora que aúllan los lobos de la muerte
si no es ahora que está como caído
mi nombre al pie de mí, y boquea, y pregunta
a Dios por qué nací: si no es ahora
¿cuándo moriré?

Musicado por Trío Mudo

  A FRANCISCO  
(Last river together, 1980)
[Amor]

Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.

Recitado por Mauricio Riveros

Recitado por el poeta Ángel Guinda

Musicado por Rafa Mora y Moncho Otero

Recitado y musicado por Enrique Zamorano

  CANCIÓN  
(El que no ve, 1980)
[Soledad, Dios]

Solo un hombre errando solo.
Solo, a solas con Dios
un hombre solo en la calle
errando a solas con Dios.

Musicado por Trío Mudo

  DIARIO DE UN SEDUCTOR  
(El que no ve, 1980)
[Deseo]

No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
                                    desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.

Recitado por Gustavo Andrés Valdés Acero

  CANCIÓN PARA UNA DISCOTECA  
(Poesía 1970-1985, 1986)
[Muerte, sexo, droga, rock]

No tenemos fe
al otro lado de esta vida
sólo espera el rock and roll
lo dice la calavera que hay entre mis manos
baila, baila el rock and roll
para el rock el tiempo y la vida son una miseria
el alcohol y el haschisch no dicen nada de la vida
sexo, drogas y rock and roll
el sol no brilla por el hombre,
lo mismo que el sexo y las drogas;
la muerte es la cuna del rock and roll.
Baila hasta que la muerte te llame
y diga suavemente entra
entra en el reino del rock and roll.

Recitado por Francisco Valenzuela Saravia

Musicado por Enrique Bunbury y Carlos Ann

  HIMNO A SATÁN  
(Poemas del manicomio de Mondragón, 1987)
[Satán, amor]

«Ten piedad de mi larga miseria».
(Charles Baudelaire, Las flores del mal)

Tú que eres tan solo
una herida en la pared
y un rasguño en la frente
que induce suavemente a la muerte:
tú ayudas a los débiles
mejor que los cristianos
tú vienes de las estrellas
y odias esta tierra
donde moribundos descalzos
se dan la mano día tras día
buscando entre la mierda
la razón de su vida;
yo que nací del excremento
te amo
y amo posar sobre tus manos delicadas mis heces.
Tu símbolo es el ciervo
y el mío la luna:
que caiga la lluvia sobre
nuestras faces
uniéndonos en un abrazo
silencioso y cruel en que
como el suicidio, sueño
sin ángeles ni mujeres
desnudo de todo
salvo de tu nombre
de tus besos en mi ano
y tus caricias en mi cabeza calva
rociaremos con vino, orina y sangre
las iglesias
regalo de los magos
y debajo del crucifijo
aullaremos.

Recitado por Brun (fantomas 2099)

Recitado por Tomás Galindo

Recitado por Malviaje

Recitado por Francisco Valenzuela Saravia

Musicado por Floresvivas

El ángel caído, de Ricardo Bellver (Parque de El Retiro, Madrid). Imagen tomada de Mis fotos de Madrid

  LA MONJA ATEA  
(Contra España y otros poemas de no amor, 1990)
[Dios]

Las monjas adoran a su Dios que no existe
mientras el Papa aprieta el gatillo
y dice «Dios no existe»

es una imaginación de la Iglesia
que está muriendo poco a poco;

los ateos lloran al pie de una estatua.
Y el mundo dice «Dios no existe»

es una imaginación del Papa
mientras los ateos
lloran y lloran por su belleza perdida

y Dios ya no existe
está llorando en el infierno.

Esta es la estatua entera de la nada.

Recitado-musicado por Bunbury

  PIEDRA NEGRA  
(Piedra negra o del temblar, 1992)
[Familia, muerte]

Señor del mal, ten piedad de mi madre
que murió sin sus dos tetas
y sobre la que yo escupí,
y ahora amo
ahora en vano reclamo al país de los muertos
que murió envuelta en víboras y víctima
de una podredumbre que nos hacía mirarnos a los ojos
como dicen que Dios mira a los hombres, con horror
con pena del asesino, con tibia extrañeza
de la jibia que entre sus manos se retuerce
por temor a ser mirada por Dios,
y ver en su luz que no merece
ni mereció nunca la vida: y que él arroja
desde lo alto del cielo a Despeñaperros
diciendo: tan alto subió tu orgullo
mira ahora que cae igual de rápido.
Pero ya voy, madre, a encontrarme
con la única mujer que he conocido, y que es la muerte
cuyo cuerpo con vicio tantas veces he tocado
riéndome de todos mis cadáveres,
y que sea la rosa infecunda de la nada,
que tantas veces cultivé porque se parecía a la muerte,
la que recuerde mis heces a otros condenados
a escribir y mear, bajo el sol entero
en esta habitación parecida a un retrete
donde la crueldad dora la piedra negra
en que toda vida acaba, y se celebra
tirando de la cadena.

Recitado por Tomás Galindo

  UN ÁNGEL PASÓ POR BROOKLYN  
[Droga, ciudad]

Imagen de fondo tomada de Pixabay

Recitado-musicado por José María Ponce

ANEXOS

La trayectoria vital de Leopoldo María Panero, marcada decisivamente por su paso por la cárcel (por su militancia en el PCE durante la dictadura franquista), el alcoholismo, las drogas, la depresión y dos intentos de suicidio antes de cumplir los veintiún años, lo condujo a la esquizofrenia. Esta enfermedad determinó su paso por diferentes psiquiátricos (algunos dieron nombre a varios poemas y libros suyos), al principio obligado por su madre a causa del consumo de drogas (hecho por el que le guardó rencor largo tiempo) y luego de forma voluntaria, siendo el de Canarias el último en el que estuvo.
Aunque esté en prosa, te recomiendo que escuches este fragmento de  El último manicomio , texto escrito por Leopoldo María Panero en 1981 y publicado íntegramente en el número de diciembre de 2016 de La Marea:


Noticia del fallecimiento de Leopoldo María Panero en TVE:



No hay comentarios:

Publicar un comentario

No permitas que tus labios se conviertan en cicatriz y deja algún comentario.