Luis de Góngora (1561-1627)

Retrato de Velázquez (1622) tomado de Wikipedia

Luis de Góngora y Argote

  MIENTRAS POR COMPETIR CON TU CABELLO  
[Carpe diem]

Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido, el sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no solo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Recitado por Tomás Galindo

Recitado por Rafael Taibo

  QUE SE NOS VA LA PASCUA, MOZAS  
[Carpe diem]

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!


Mozuelas las de mi barrio,
loquillas y confiadas,
mirad no os engañe el tiempo,
la edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear
de la juventud lozana,
porque de caducas flores
teje el tiempo sus guirnaldas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Vuelan los ligeros años
y con presurosas alas
nos roban, como harpías,
nuestras sabrosas vïandas.
La flor de la maravilla
esta verdad nos declara,
porque le hurta la tarde
lo que le dio la mañana.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!


Mirad que cuando pensáis
que hacen la señal del alba
las campanas de la vida,
es la queda, y os desarman
de vuestro color y lustre,
de vuestro donaire y gracia,
y quedáis todas perdidas
por mayores de la marca.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Yo sé de una buena vieja
que fue un tiempo rubia y zarca,
y que, al presente, le cuesta
harto caro el ver su cara,
porque su bruñida frente
y sus mejillas se hallan,
más que roquete de obispo,
encogidas y arrugadas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!


Y sé de otra buena vieja,
que un diente que le quedaba
se lo dejó este otro día
sepultado en unas natas,
y con lágrimas le dice:
«Diente mío de mi alma,
yo sé cuándo fuistes perla,
aunque ahora no sois nada.»

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!


Por eso, mozuelas locas,
antes que la edad avara
el rubio cabello de oro
convierta en luciente plata,
quered cuando sois queridas,
amad cuando sois amadas,
mirad, bobas, que detrás
se pinta la ocasión calva.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
que se nos va la Pascua!

Recitado por Tomás Galindo

Musicado por Paco Ibáñez

Sinfonía poética a cargo de Carmen Sánchez Brito. Música de Hayden

  ÁNDEME YO CALIENTE  
[Sátira]

    Ándeme yo caliente
    y ríase la gente
.
Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
    y ríase la gente.

Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
    y ríase la gente.

Cuando cubra las montañas
de blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
    y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
    y ríase la gente.

Pase a media noche el mar,
y arda en amorosa llama
Leandro por ver a su dama;
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
    y ríase la gente.

Pues Amor es tan crüel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
    y ríase la gente.

Recitado por Moisés de las Heras Fernández

Musicado por Paco Ibáñez

Musicado por Vicente Monera

  LA MÁS BELLA NIÑA  
[Amor, dolor, soledad, tristeza]

La más bella niña
de nuestro lugar,
hoy vïuda y sola
y ayer por casar.
Viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice,
que escucha su mal:

Dejadme llorar,
orillas del mar
.

Pues me disteis, madre,
en tan tierna edad
tan corto el placer,
tan largo el pesar,
y me cautivasteis
de quien hoy se va
y lleva las llaves
de mi libertad,

dejadme llorar,
orillas del mar
.

En llorar conviertan
mis ojos, de hoy más,
el sabroso oficio
del dulce mirar,
pues que no se pueden
mejor ocupar,
yéndose a la guerra
quien era mi paz.

Dejadme llorar,
orillas del mar
.

No me pongáis freno
ni queráis culpar,
que lo uno es justo,
lo otro, por demás.
Si me queréis bien,
no me hagáis mal;
harto peor fuera
morir y callar,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Dejadme llorar,
orillas del mar
.

Dulce madre mía,
¿quién no llorará,
aunque tenga el pecho
como un pedernal,
y no dará voces
viendo marchitar
los más verdes años
de mi mocedad?

Dejadme llorar,
orillas del mar
.

Váyanse las noches,
pues ido se han
los ojos que hacían
los míos velar;
váyanse, y no vean
tanta soledad,
después que en mi lecho
sobra la mitad.

Dejadme llorar,
orillas del mar
.

Recitado por Tomás Galindo

Recitado para Frases de la Vida

Musicado por Paco Ibáñez

Puedes encontrar un poema más de Luis de Góngora en el anexo «Poesía de Navidad».


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